Acordeonista, nacido en Apóstoles, Departamento de Misiones, el 23 de septiembre de 1968. Horacio Eugenio, mas conocido como el Chango Spaciuk, proviene de una familia de Inmigrantes, sus abuelos eran de origen ucraniano y Polaco. De su padre heredó la pasión por la música y el oficio de carpintero.
El regalo que marcaría su vida llegó a los 10 años: “El Acordeón”. De allí en mas no paró de ejecutarlo y junto a una gran melodía comienza desde su Tierra colorada a escribir su historia con la música.
En el año 1989 lo invitan al Festival de Cosquín, el cual lo premia con la Consagración y Revelación del festival: “Mi primera presentación en Cosquín fue recrear esa situación de casamiento de inmigrantes que era donde yo me había fogueado en mis primeros pasos y la otra parte del concierto fue mi música y mis composiciones que después fueron volcadas en lo que fue mi primer disco, nunca más volví a Cosquín con bailarines”.
El primer disco que lleva por título su nombre, y que fue presentado en formato “cassette” allá a fines de los 90´ y lleva una mención muy especial para su padre: “Nuevamente, gracias Lucas, por seguir llenándome el corazón de cosas hermosas con tu violín, y por haber sido el padre que necesité”.
En 1991 graba "Contraste" su segundo disco, con invitados como Ramona Galarza, Juan Carlos Cirigliano y Juanjo Domínguez; en este disco grabó "Tren expreso" de Raúl Barboza. Actúa en cuantos festivales folclóricos se realizan en el país: Jesús María; Diamante; Reconquista; de Chacarera en Santiago del Estero; Festival del Chivo, en Malargüe, Mendoza; Festival de la Manzana en Río Negro (Gral. Roca); Festival de las Grutas de San Antonio, Río Negro, por nombrar algunos.
Recorrió el planeta con su música, las grandes capitales del mundo se maravillaron con su obra de arte, con él y su acordeón: “A mí no me deja de sorprender la esperanza, me gusta encontrarme con ella, en un mundo donde estamos hablando irritados y descontentos, sin poder reflexionar en la cantidad de energía que perdemos en cosas efímeras, no dejo de encontrarme con una sonrisa simple, que me habla de la esperanza”.
Pone en evidencia las distintas formas musicales en el que el chámame toma su rol protagónico con corrientes renovadoras y abre camino a nuevos públicos para que este ritmo se destaque por su historia, su riqueza rítmica y la posibilidad interpretativa que permite a cada uno expresarse en su forma y estilo.
“Yo tenía una necesidad de salir, de volverme al mundo, yo soy de esa gente que me vine, quise salir de mi lugar y construir mi propio mundo sonoro, y sin embargo, no extraño Misiones, mi lugar está conmigo en esas cosas simples: en cebarme un mate o cuando escucho a “Cocomarola, el verde, el río, los 45 grados en enero, la radio arriba de la heladera y escuchando un “chotis” todo eso está conmigo”.
Esa frontera, ese lugar lleno de mezclas poderosa, donde se puede saborear la diversidad, dónde es necesario andar descalzo y sentir esa energía y paz, de allá es este hombre que transmite una gran armonía, a quién disfrutamos en cada escenario, de pocas palabras, con simpleza y humilde. Estudiante de antropologo de allí descubre un mundo cargado de compromiso con los pueblos originarios y las distintas culturas, el mestizo y el criollo, el tarefero y el gringo.
Hombre apasionado por el surf, amante de Neruda y de gran sensibilidad que lo refleja mediante su música: “El Chamamé” ritmo referente de las provincias del Litoral (Entre ríos, Chaco, Corrientes y Misiones) y a través de ella nos encontramos con todos estos paisajes, colores y sabores. Mezcla de emociones, de lágrimas y de tristezas, todo eso y más abarca este gran artista argentino.
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